LLEVÓ A MARADONA EN SUS HOMBROS Y LO CONFUNDIERON CON UN CAMPEÓN DEL MUNDO

A 35 años del campeonato mundial del 86, repasamos la increíble historia de un ex jugador de Colón y empresario santafesino que vivió un momento único y digno de contar.

DEPORTES - FÚTBOL 29/06/2021 Editorial Editorial

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Gustavo Jorge Ripke tiene una historia de película poco conocida, aunque en Santa Fe es muy reconocido. Casi tanto como Nery Alberto Pumpido y el propio Pedro Pablo Pasculli, los campeones del mundo y orgullo de la provincia santafecina. También tuvo un pasado como futbolista, pero en ese entonces no había formado parte de la lista de los 22 profesionales que viajaron de la mano de Carlos Bilardo y obtuvieron el segundo título mundial de la historia.

Sin embargo, el “jugador número 23”, como lo inmortalizaron desde entonces, jugó su propia final y hasta se dio el lujo de tocar el trofeo más preciado por todos. No solo eso, se sumó a la vuelta olímpica junto al mismísimo Maradona, ingresó al vestuario con los campeones y hasta le pidieron varias fotos como si fuera uno más de ellos. Y bien podría serlo por la hazaña que había alcanzado.

A Ripke le bastaron solo cinco minutos para poder “colarse” en esa icónica foto y recorrer el mundo. Solo un movimiento maestro desde la tribuna para quedar en la historia grande del fútbol argentino y mundial. Todo esto fue orquestado en su mente y en su corazón, como todo amante del fútbol y de la selección argentina, mucho tiempo antes. No quería perderse esa jornada histórica del 29 de junio de 1986 e hizo lo imposible para decir presente en el Estadio Azteca y vivir el electrizante triunfo por 3 a 2 sobre Alemania en la final del Mundial de México.

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Gustavo Jorge Ripke nació en Temperley (3 de enero de 1948), hizo inferiores en Arsenal de Lavallol y Boca Juniors, hasta que recaló en Colón de Santa Fe. Allí jugó casi un centenar de partidos (entre 1971 y 1973), y también vistió los colores de Los Andes y Aldosivi de Mar del Plata, en el ascenso argentino. Sin embargo, una dura lesión lo obligó a retirarse del fútbol de muy joven, con apenas 25 años. Con el tiempo, se transformó en dueño de una fábrica deportiva de Santa Fe, pero su pasión por la pelota no se terminó. A tal punto que emprendió su travesía hacia México en 1986. Con una camiseta oficial del seleccionado argentino, logró ocupar un lugar de privilegio.

“Yo tuve una fractura de tibia y peroné, la cual me impidió seguir jugando al fútbol. Lo consideré la mayor frustración de mi vida, pero haber dado la vuelta llevando la Copa del Mundo junto al más grande, me compensó; la vida y el fútbol no me deben nada."

No se cansa Ripke de contar una y mil veces, sobretodo por estas fechas, la verdadera historia de cómo hizo para llegar a estar en una de las fotos más virales de los mundiales: "Yo venía trabajando en las eliminatorias del 85 como comentarista de LT14 de Paraná. Viajé a México con Eduardo González Riaño y Chichín Raviolo, pero tenía de contacto a Enzo Trossero, que estaba en el plantel y que fue compañero mío en Colón, también al profe Echeverría que era el PF. Así que ni bien llegúe a México, después del partido con Uruguay fui derecho a la concentración, había conferencia de prensa, y tras finalizar, me preguntaron qué tenía que hacer. Les dije que nada, no quería irme de ese lugar, asi que me invitaron a jugar contra un grupo de periodistas coreanos, yo igual ya había llevado el bolsito preparado. Desde ahí, todos los días estuve en la concentración de la Selección Argentina ya que cada vez que terminaban de jugar hacíamos un picadito. Fui a devolver la indumentaria y el utilero me dijeron que me la deje de recuerdo."

Como recordarán el resultado del partido fue muy cambiante. Cuando hizo el gol Burruchaga, pensé en saltar al campo de juego y hacerme pasar por un jugador, porque tenía puesta la camiseta, el pantalón y las medias de la Selección, pero logré controlarme. Eso sí, cuando Arpi hizo sonar el silbato, atravesé las plateas, salté un foso de tres metros de ancho y comencé a correr. Incluso salté unos pupitres de periodistas que estaban detrás del arco de Pumpido, para abrazar al Diego”, relató el propio Gustavo Jorge Ripke.

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“Mi sueño se cumplió cuando pude llevar la Copa en forma conjunta con Maradona, él con su mano izquierda y yo con mi derecha (escribo esto y aún hoy se me pone la piel de “ave” ja!). Además les comento que, para todos los demás era yo un jugador de la Selección Argentina, es así que conseguí llegar hasta los vestuarios y en ese momento hubiera pagado cualquier dinero para obtener un foto, pero todavía no habían permitido el ingreso de los periodistas o fotógrafos. Así fue que tuve la oportunidad de abrazar, propiamente dentro del vestuario, uno por uno a los jugadores que, segundos antes, habían logrado ser los mejores del Mundo”, continuó Gustavo con su increíble historia, que fue publicada en un concurso de un blog bonaerense (Fabio.com.ar).

El sueño del pibe y el de todos los argentinos fue cumplido por este joven que no sólo fue un hincha más, sino que se convirtió en uno de los campeones del mundo. “Fue memorable también mi regreso al campo de juego, (ya que no daba para bañarme en los vestuarios..ja! ). Ni bien pisé el césped, todos me venían a abrazar y sacarse fotos conmigo… y la mayoría me preguntaba: ‘Vos quién sos ?’… y yo les respondía: ‘eeeehh! ¿Cómo? ¿no me conocés?’, y los dejaba con la duda'”.

“Después inicié una breve corrida para llegarme hasta las plateas donde habían quedado mis amigos y vi que se había organizado, detrás de mí, una vuelta olímpica. No quieran saber las caras que pusieron mis ‘seguidores’ cuando me puse frente al sector de las plateas y volví a saltar el foso de tres metros”.

Llegó el turno de volver a su lugar. Sin embargo, ya nada sería como antes. Gustavo había vivido uno de los acontecimientos que lo marcarían de por vida.



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