LA DIVERTIDA ANÉCDOTA DE LA PRIMER CALESITA DE LAS PATRONALES DE PILAR

Mucho antes que la calesita que muchos llegamos a subir y conocer, en Pilar un vecino construyó otra que antes de su debut provocó un accidente en el taller dónde le dieron vida. Conocé la historia

LOCALES17/09/2024EditorialEditorial

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Imagen ilustrativa

En la tranquila Colonia Santa María Norte, entre 1929 y 1931, Domingo Grosso, conocido como "el Pruist", se había instalado en la localidad para trabajar como herrero, junto a los hermanos tanos Antonio y Santiago Fiorante, este último conocido como "el Yebe".

Mientras Antonio permaneció en el campo, Santiago se mudó a Pilar buscando nuevas formas de ganarse la vida, dando lugar a una graciosa anécdota que aún hoy algunos pocos la recuerdan con simpatía.

Un día, mientras Santiago pasaba frente al taller de don Pacha Quinzel, un molinero y herrero del pueblo, este le preguntó sobre una transmisión larga que cargaba.

El Yebe, sin dudar, le contó que estaba construyendo una calesita para las fiestas patronales de Pilar. Intrigado, don Pacha quiso ver el funcionamiento de la misma y se comprometió a visitarlo más tarde.

La tarde llegó y con todo listo, el Yebe decidió poner en marcha la calesita. Con el motor a explosión funcionando y a punto de arrancar, pidió a su ayudante que activara la palanca de marcha. Sin embargo, lo que debía ser una simple prueba se convirtió en un espectáculo descontrolado.

La calesita empezó a girar cada vez más rápido, hasta que caballitos, carritos y demás piezas comenzaron a salir volando por el aire, mientras el Yebe, aferrado a los caños, gritaba desesperado: "¡ma, dio fermare, fermare!" (¡bajá la palanca!).

El ayudante, paralizado por el susto, no reaccionó, por lo que don Pacha tuvo que intervenir y detener la calesita.

A pesar del caótico primer intento, Santiago no se dio por vencido. En las jornadas siguientes, ajustó los detalles y, finalmente, logró que su calesita funcionara correctamente.

Para las Fiestas Patronales de Pilar, la calesita estuvo instalada en la plaza, convirtiéndose en una de las grandes atracciones del evento.

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Lamentablemente no hemos encontrado foto original de esta obra de arte, la cual no dudamos haya sido toda una novedad por entonces, y predecesora de la calesita que Don Balangione construyó muchos años después, hoy desmantelada y desaparecida, pero con recuerdos más frescos entre los que hoy leen estas líneas.

Esta graciosa anécdota ha sido rescatada del libro *Recuerdos de nuestra Colonia, Santa María Norte* de René Raúl Amherdt y Miguel Ángel Albrecht, recordando una época donde el ingenio y la perseverancia daban lugar a momentos tan inesperados como inolvidables.



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