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“Estoy destrozada”, dijo la madre de un kiosquero de 25 años que asesinaron a quemarropa en Luján en 2015. La noticia del arresto domiciliario por "buena conducta y estudios secundario", generó un fuerte repudio.
NACIONALES03/05/2020 Infobae—Hace cuatro años, ocho meses y no sé cuántos días que estoy en pausa. Ese es mi verdadero aislamiento. Todo este tiempo llevo de cuarentena. Trato de empezar de nuevo, de salir, de no sufrir ataques de pánico cuando estoy con mucha gente. Trato de avanzar. Pero cuando pasan cosas como estas vuelven a matar a Agustín. Y yo lo vuelvo a enterrar.
Silvina Sosa es la madre de Agustín Cantello, un joven de 25 años al que mataron en 2015 mientras atendía un kiosco en Luján. El asaltante que entró al comercio, robó la recaudación y asesinó de un tiro en el pecho a su hijo es uno de los detenidos a los que se les concedió prisión domiciliaria en el marco de la pandemia de coronavirus.
—Estoy destrozada. Cuando me enteré de que el asesino estaba libre busqué el video del robo y lo volví a ver. Ellos alegan que fue un accidente, que se le escapó el tiro —relata Silvina—. Pero claramente se ve que el pibe entró de una a robar y apuntando todo el tiempo a Agustín. Así y todo los jueces no dan la condena firme porque están viendo qué fue lo que le pasó. Ahora parece que es un santo, que estudia, que quiere trabajar, que tiene buena conducta. Yo no tengo odio hacia él ni hacia su familia. Me parece bien que quiera reivindicarse pero que cumpla una condena. Porque mi hijo no está y no puede ser que el asesino esté como pancho por su casa.
Los vecinos de Luján están preocupados.
Hace una semana le sonó el teléfono a Guillermo, el padre de Agustín. Quedó atónito: un mensaje de WhatsApp de un amigo de su hijo decía que Nicolás Caro (21) había salido de la cárcel.
—Lo primero que pensé fue “No puede ser, se debe haber confundido”. Entonces llamé a un conocido que tengo en una radio de acá de Luján a ver si podía confirmarlo. Y sí, era cierto.
Nadie les avisó a los familiares de Agustín que a Caro, que fue considerado culpable de homicidio agravado, le habían otorgado prisión domiciliaria.
Si bien la sentencia está firme, está en proceso la solicitud de pena ante el Tribunal Penal Juvenil. Cuando entró a robar el kiosco en el que trabajaba Agustín, Caro tenía 16 años. Fue detenido días después del hecho y estuvo alojado en el Centro Cerrado Almafuerte. Allí permaneció bajo un tratamiento tutelar y cursó el Secundario, razones que tomó su defensa para solicitar la prisión domiciliaria.
En primer término, el Tribunal de Responsabilidad Juvenil Número 1 negó el beneficio pero, tras la apelación, la Sala Tercera de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mercedes, a cargo de Luis Alejandro Gil Juliani, otorgó el 21 de abril el arresto domiciliario de Caro por “buena conducta y para continuar con sus estudios”.
—Estamos preocupados, este tipo anda suelto como si nada. El Municipio se puso a disposición y me va a conseguir un abogado para ver si puede hacer que este tipo vuelva a la cárcel —advierte el padre de Agustín—. Hablé con la fiscal y me pidió disculpas. Pero esto es volver a lo mismo. Han soltado a un montón de gente. Yo estoy encerrado en mi casa hace 40 días. Tengo 63 años, manejo un remís que está parado y voy a ver cuánto tiempo más puedo aguantar así. Soy fumador, tengo problema en los pulmones y no salía por el riesgo a contagiarme coronavirus.
Nicolás Caro, el asesino.
La noticia del arresto domiciliario generó repudio no solo en familiares y amigos de Agustín. También concejales del Frente Renovador de Luján manifestaron su postura en un comunicado.
“Ante la indignante noticia que da cuenta del beneficio de la prisión domiciliaria en favor del asesino de un joven lujanense, desde el Frente Renovador de Luján manifestamos nuestro repudio a esta irresponsable decisión de la Justicia, y expresamos nuestra preocupación ante la posible liberación de cientos de detenidos en todo el país”, indicaron.
—Cuando pasan estas cosas siento que vuelven a matar a mi hijo —suelta Silvina con impotencia—. ¿Qué te puedo decir? Me duelen los ojos de tanto llorar. El 18 de abril fue el cumpleaños de Agustín, hubiera cumplido 30. A él le encantaba hacer fiestas, invitar a sus amigos. Ahora lo tengo que ir a ver al cementerio. Y esta vez ni siquiera le pude llevar una flor por su cumpleaños. Estoy acá encerrada mientras este señor, su asesino, está en la casa lo más tranquilo.
El caso
El 13 de agosto de 2015, Nicolás Caro, por ese entonces de 16 años, entró a robar al kiosco que atendía Agustín y lo mató de un disparo en el pecho pese a que no se había resistido a entregarle la recaudación del día.
El hecho ocurrió cerca de las 20 en el kiosco "Max", ubicado en Lavalle al 800, en el centro de Luján, a ocho cuadras de la Basílica. Y las escenas dramáticas quedaron registradas en la cámara de seguridad del comercio.
Las imágenes muestran cómo un muchacho vestido con una campera azul y a cara descubierta ingresó al local y aguardó su turno para ser atendido.
Tras venderle a una mujer y, luego, a un hombre con un piloto amarillo, Agustín se disponía a atender al joven cuando éste extrajo un arma de fuego.
En la secuencia se observa que el asaltante arrebata algo de dinero que se hallaba sobre el mostrador y le dispara a quemarropa al kiosquero, sin que éste se resistiera, tras lo cual huye del lugar.
Recuerdan a Agustín en el kiosco.
Agustín logró caminar unos pasos hasta que cayó al piso malherido y fue auxiliado por el cliente que minutos antes le había comprado, quien aún se hallaba dentro del kiosco.
El testigo llamó de inmediato a una ambulancia que trasladado a Agustín al Hospital Municipal de Luján, donde finalmente murió.
Vecinos y familiares realizaron marchas en Luján para pedir justicia. Por el asesinato fueron relevadas las cúpulas de la comisaría local y de la Departamental.
Días después del asesinato, tanto Nicolás Caro, autor del disparo, como su supuesto cómplice, identificado como “Chucky”, de 17 años, quien aparentemente lo esperaba en la esquina del comercio en una moto, fueron detenidos y alojados en dos institutos de menores. En septiembre de 2017, "Chuky" fue liberado.
La administración gubernamental consideró que su exposición puede generar reacciones adversas.
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