Apenas habla, pero escribe las letras de canciones que musicaliza su padre

El joven de 34 años tiene autismo y su padre, el economista Gabriel Rubinstein, también es músico. Ya lanzaron el quinto álbum de su serie “Piedras de rubí”. Amor, método y estimulación.

HOGAR, TENDENCIAS Y SALUD30/06/2020

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Pablo tiene 34 años y fue diagnosticado con autismo a los dos años y medio. Pablo siguió tratamientos y terapias de diverso tipo. Pablo casi no habla. Pero Pablo escribe canciones, a las que su padre les pone música.  “No me estremecen tus deseos de pensar/ Tengo necesidad de poderme comunicar/ No decimos nada y que usen mi canción/ Sería muy bueno que me muestren mi temor”, expresa un fragmento de un tema del 2015, “No decimos nada”. Y sigue: “Con este dilema… / Sólo sé tener…/ No me estremecen…/ Tus meritorias…modestas/ Sería muy lógico que mires lo que soy”.

La historia de Pablo y de su padre, el economista y músico Gabriel Rubinstein, es única, como cada historia de vida, aunque no está sola. Porque si hay algo que las Condiciones del Espectro Autista (CEA) no son, actualmente, es infrecuentes. Las últimas estadísticas de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos indican que 1 de cada 68 niños es diagnosticado con alguna CEA. El punto es que los chicos (y las chicas) crecen, y aunque no se sabe con precisión cuál es el grado de incidencia estadística del autismo entre jóvenes y adultos, se calcula que en la actualidad hay al menos 400.000 argentinos mayores de 18 años que están dentro del espectro. 

“Hace una década -explica el neurólogo infantil Claudio Waisburg, fundador del instituto neuropediátrico SOMA- uno veía que hasta la mitad de las personas con un trastorno o condición del espectro autista no hablaban y solo tenían lenguaje no verbal, porque las palabras no estaban. Pero hemos comprobado que no podemos asegurar que el lenguaje no va a aparecer porque el joven o el adulto con autismo tengan tal o cual edad. No hay un techo”. Y señala: “La tecnología es un gran aliado para demostrar que las personas se alfabetizan aunque no hablen, y hay herramientas que nos permiten poder funcionar a través de computadoras, pantallas, teclados, música, para poder transmitir aspectos del lenguaje sumamente importantes”. 

Un día en la vida

Pablo Rubinstein se expresa, en parte, a través de sus canciones y su padre ya grabó cinco álbumes con letras de su hijo a las cuales les puso música: todos se llaman Piedras de Rubí (en una tintineante sucesión numérica) y están disponibles en YouTube y en Spotify. El último acaba de ser editado. 

Gabriel Rubinstein integró el conjunto de vanguardia Supermoco a principios de los ´70, y no paró allí. Fue tecladista, guitarrista, compositor y director del grupo Rapsodia, y primera guitarra del grupo New Oldies que llegó a ser finalista de los concursos de bandas «Beatles» que organiza The Cavern. 

A lo largo de su primera infancia Pablo no dijo una palabra. En otros momentos apeló a los monosílabos y, básicamente, se comunicaba  señalando objetos. “No tenía problemas fisiológicos, podía pronunciar las palabras, pero solo tiraba dos o tres palabras -describe Gabriel-. A los 8 años, y a través de médicos cubanos que vivían en Puerto Rico, empezó un tratamiento para aprender a escribir con un teclado. Fue un proceso muy arduo, pero poco a poco comenzó a expresar una catarata de emociones y sentimientos, sorprendió por el vocabulario frondoso que usaba, por la densidad de lo que expresaba. Ahora puede decir frases más elaboradas aunque en general usa frases simples, o repite lo que uno le dice. Cada tanto tira frases más largas que impactan por su profundidad o por su significado”. 

Aún así, padre e hijo se comunican y componen canciones. 



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